Sobre Evo Morales, Eike Batista y Om Prakash Jindal

por José da Cruz – Esta es una historia de globalización, sus ecos, sus repiques y sus consecuencias. Trata de vetas minerales, capital y capitalistas, economía, política, empleos y recursos naturales. Los personajes aparecen en Bolivia, Brasil, la India y hasta en Uruguay.

El periódico cochabambino La Opinión del 18 de junio de 2006 indicaba que había culminado el proceso de la concesión de El Mutún. Considerado como el mayor yacimiento de hierro conocido, sus reservas probadas alcanzan a 170 millones de toneladas; las probables, a más de 40.000 millones. Fue concedido por cuarenta años y la explotación se inicia el año que viene, 2007. Jindal Steel & Power había ganado la concesión… Revisemos esta historia, mucho más compleja de lo que parece.

El magnate brasileño Eike Batista, conocido como el Barón de la Energía, es propietario de un grupo económico que incluye las empresas MPX en la energía, AMX en recursos hídricos y MMX en la siderurgia. En diciembre del año pasado, cuando se iba a proceder a la apertura de propuestas, el gobierno de entonces suspendió la licitación del Mutún debido a irregularidades. Algunas favorecían a la empresa EBX pues adecuaban la licitación a la fabricación de arrabio (hierro reducido) con carbón vegetal, pese a que el Estado propugnaba el gas para las industrias. Eike Batista vio entonces que sus chances se esfumaban, y aceleró la construcción de los altos hornos sin autorización alguna. Estaba en alianza con los grupos empresariales que administran la zona franca y de maquila de Puerto Suárez, a quienes había arrendado 282 hectáreas a través de un contrato provisional.

Cuando Evo Morales llegó a la presidencia el nuevo gobierno decidió que se respetaran las reglas del juego. A mediados de marzo de este año 2006, el Comité Cívico y las autoridades de Puerto Suárez-Quijarro se alinearon en la defensa de EBX. Comenzó así un movimiento cívico en Puerto Suárez, ciudad de quince mil habitantes sobre la laguna Cáceres que a su vez se conecta con el río Paraguay, al que se sumaron tres municipios vecinos.

El ministro de Planificación del Desarrollo, Carlos Villegas, llegó al lugar y convocó a los alzados para explicarles las razones por las cuales no podía atender a sus demandas de autorización para EBX, que ya había talado trescientas hectáreas de bosques para alimentar un horno, pero la situación desembocó nada menos que en el secuestro por varias horas de Villegas, del ministro de Minería Walter Villarroel y de la ministra de Producción Celinda Sosa. Fueron rescatados por la fuerza pública el 19 de abril. «Tuvimos que salir camuflados», dijo Villegas, y agregó que había sido imposible convencer a la gente de que era necesario prohibir las operaciones de la empresa.

Pese a las apariencias en contra, no todas las fuerzas sociales de la región apoyaban la concesión: las autoridades departamentales de Santa Cruz, de la Prefectura y del Comité Cívico intentaron sabotearla afirmando que el gobierno de izquierda tenía compromisos de entregar El Mutún a Venezuela, nada menos, una actitud que llevó a que Evo Morales calificara los comentarios como dañinos para el país, además de falsos.

Finalmente el 1º de junio el consorcio asiático Jindal Steel & Power resultó adjudicatario. En una sorprendente vuelta de carnero, el día sábado 3, en vez de prepararse para entrar en paro al día siguiente como lo habían anunciado, los dirigentes de la elite cruceña celebraron con una caravana de vehículos y bandas musicales el éxito del proceso licitatorio, atribuyéndose la victoria de haber culminado las negociaciones.

En la introducción de este artículo mencionábamos que también en Uruguay repercute el proceso del Mutún, pues las cargas de mineral son pesadas y voluminosas y el mercado previsto se sitúa lejos de Bolivia. El medio idóneo de transporte para estas cargas es el marítimo, pero Bolivia es un país mediterráneo y su acceso a los océanos implica atravesar territorios ajenos. Si el mineral se transporta en barcazas por la hidrovía hacia el sur puede ser reembarcado en buques oceánicos en el puerto argentino de Rosario sobre el Paraná o, al final del recorrido, en el puerto uruguayo de Nueva Palmira, al comienzo del río de la Plata. Sería un buen negocio para Uruguay, que desde hace años tiene un convenio portuario con Bolivia.

J. da Cruz es geógrafo e investigador en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina) y en CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social), Montevideo. Publicado en el semanario Peripecias Nº 9 el 9 de agosto 2006.