por Pablo Villegas – El 9 de julio del 2007 fue emitida en Brasil la licencia previa para la construcción de dos de las represas del río Madera. A pesar de que el proyecto data de los años 70, el hecho fue una sorpresa en Bolivia y la reacción de entidades de Estado boliviano se convirtió en objeto de sorna de la prensa brasileña que citaba expresiones atribuidas a funcionarios de la cancillería como estas: “¿IBAMA? Hidroeléctricas del río Madera? Recién nos estamos enterando” [1].
La aprobación de la licencia previa significaba que la representación de los intereses nacionales sobre el Madera había fracasado. Pero ¿cuál era la política del gobierno? No se sabía, pues el gobierno había venido manejando la toma de decisiones sobre el asunto como un secreto de Estado, lo cual, visto con buena fe, podía habernos llevado a pensar que esta vez sí el país tenía una estrategia. Pero ante el fracaso, un documento enviado por el gobierno al canciller brasilero protestaba porque éste no había cumplido con su compromiso de informar permanentemente a Bolivia respecto a los estudios sobre las hidroelécticas, y en especial respecto a la cuestión del medio ambiente, de la fauna y de la flora, la salud y todo impacto que pudiera ser producido por las represas.[2] Esto quería decir:
a) que todo lo que el gobierno tenía por estrategia era que el canciller brasilero le mantuviera informado; y por tanto,
b) que la estrategia boliviana era totalmente subordinada al Brasil; y
c) que Bolivia no tenía un objetivo claro: ¿frenar la construcción de las represas? ¿llegar a un acuerdo para mitigar los impactos? ¿participar del negocio?
Desde el comienzo de sus acciones diplomáticas el gobierno demostró su indefinición sobre las represas. En la primera carta al canciller del Brasil decía: “Siempre entendimos en Bolivia que el proyecto Madera – Madeira forma parte de la integración física estratégica entre Bolivia y Brasil, razón por la cual propongo a Vuestra Excelencia… articular dicho Proyecto con obras conjuntas que beneficien, por igual, a nuestros países.” [3]
No había una sola palabra de oposición a las represas, pero podía decirse que este era solamente un primer paso. Sin embargo, más tarde, al conocerse la emisión de las licencias, el canciller boliviano manifestó que las represas podrían generar una serie de impactos negativos y se esforzó notablemente en aclarar que lo decía utilizando el condicional (podría, provocaría) [4] porque los estudios solo se habían hecho en el Brasil. En consecuencia, con esta actitud “neutral”, el canciller faltó a su deber de aplicar el principio de precaución, según el cual, ante un peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas para impedir la degradación del medio ambiente”[5]. Esto, hablando del medio ambiente, pero siendo que el peligro grave amenazaba los intereses del país, hablar en condicional fue un error muy serio.
Decir que no se podían prever las consecuencias para Bolivia porque los estudios sólo se habían hecho en Brasil era haber leído solo la tapa del EIA, pues este dice claramente (entre otras cosas) que las consecuencias para la pesca afectarán a toda la cuenca del Amazonas porque la ictiofauna del Madera y su ciclo reproductivo dependen de su dinámica migratoria a lo largo del río, y ésta será interferida por las represas.
Finalmente, la posición del gobierno se definió a través del canciller en sus declaraciones ante el Senado donde dijo: “… no nos estamos oponiendo… solo manifestamos que hay riesgos, impactos no solo en Brasil, sino también en Bolivia y Perú”. [6] Y además de no oponerse se mostró muy comprensivo con el Brasil: “Conocemos la creciente necesidad de energía en Brasil. Eso obliga a proyectos urgentes” [7] También dijo que el gobierno consideraba posible equilibrar políticas ecológicas y el uso de grandes recursos hídricos [8]. Esta posición favorecía a Lula que había echado de sus puestos a los responsables del IBAMA, quienes preocupados por los impactos de las represas, entre otros, sobre Bolivia, habían exigido nuevos estudios de impacto. Esto es que no veían el “equilibrio” del que hablaba el canciller, cuya posición lamentablemente era coherente con otras medidas adoptadas por el gobierno como el DS 29191 del 14/7/2007 resucitando el disparatado proyecto del Bala.
Parte de las acciones de Bolivia fueron las visitas de comisiones de funcionarios bolivianos al Brasil, representando los intereses nacionales. Pero uno de los problemas con estas misiones fue que varios de sus integrantes estaban abiertamente a favor de las represas, como el ex ministro de Obras Públicas Jerjes Mercado que llamaba a las represas “la oportunidad del milenio”. Esto alcanzó niveles escandalosos (en realidad no, pero en cualquier otro país lo habría hecho) cuando “en febrero de 2007, un equipo liderizado por el ex viceministro de Electricidad Hugo Villarroel viajó a Río de Janeiro con la misión de preparar la Cumbre presidencial Lula-Morales, pero para la visita presidencial prepararon un convenio de financiamiento para la tercera represa binacional que el presidente Evo Morales se negó a firmar. [9] “A partir de entonces, el Gobierno no envío nada oficial a Brasil, la noticia de que se aprobaban las represas era persistente, pero los asesores de la Cancillería, junto con el Ministro de Obras Públicas se encargaron de impedir que el tema sea tratado oficialmente en gabinete”… [10]
Estas misiones no estaban a la altura de una representación de Estado. Su orientación se bamboleaba entre no oponerse a las represas y ser muy comprensivo de las necesidades del Brasil y por otra estar abiertamente a favor, incluso actuar como un infiltrado y tratar de engatusar al presidente.
La posición de Bolivia no cambió pese a las licencias. La carta de la cancillería enviada el 8/8/2007 al canciller brasileño, después de otra reunión binacional en la que no se pudo llegar a un acuerdo con Brasil, decía: “…nuevamente te solicito considerar la necesidad de realizar un estudio conjunto integral de toda la cuenca, además de expresar nuestro interés para que el proceso de licitación en curso tome en cuenta los potenciales impactos que puedan darse en Bolivia”. O sea, nuestros representantes no se oponían a la licitación, solo pedían tener cuidado con los impactos en Bolivia.
El parlamento decidió sacudirse las pulgas ante la aprobación de la licencia. La Cámara Alta convocó al canciller Choquehuanca a explicar su “excesivo retraso y negligencia ante el Gobierno del Brasil” cuando ya hacía un año y medio que este había anunciado su decisión de construir las represas.[11] Luego, la Cámara de Diputados hizo el mismo anuncio. Naturalmente, hubiera sido bueno saber qué hizo el parlamento que no fiscalizó a la Cancillería durante ese año y medio de negligencia.
Otra idea interesante del Parlamento y que muestra lo arraigada que está nuestra tradicional diplomacia agachada, fue invitar al embajador del Brasil a informar sobre las represas, como si no hubiera en Bolivia personas e instituciones que se habían ocupado del asunto desde el punto de vista de los intereses nacionales. A esto siguieron algunas baladronadas como el anuncio de llevar el caso ante la OTCA; llevar el caso ante la Liga Parlamentaria Boliviano-Brasileña donde resulta que su presidente era nada menos que un senador boliviano. (Era que se acuerden un año y medio antes, ¿no ve?).
Y así, recién el 24 de octubre del 2007, la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad una minuta exigiendo al Ejecutivo: “…evitar por todos los medios la licitación brasileña que se pretende llevar el 30 de octubre.” [12]. Por fin se había decidido dejar de gambetear entre a) no a las represas, b) si pero con mitigación, y, c) participación en el negocio. El problema es que la decisión correcta salió a luz solo días antes de la licitación; muy tarde para recurrir a “todos los medios”.
En realidad la licitación se había postergado hasta el 10 de diciembre, pero el que la minuta mantuviera la fecha del 30 de octubre demuestra que los parlamentarios no lo sabían. De esta manera, íbamos llegando a los 2 años de negligencia.
Volviendo al gobierno, el producto mas sobresaliente de las misiones al Brasil fue un cuestionario enviado al gobierno de este país a principios de agosto, cuyo objetivo aparente era demostrar que el Brasil no tenía las bases científicas para negar el impacto de las represas en Bolivia. Hecho esto, el gobierno consecuente con su estrategia subordinada se puso a esperar la respuesta por escrito. Mientras esperaba, el Brasil continuaba tirando pa’ lante. La primera represa se licitó el 10 de diciembre y las respuestas las enviaron a Bolivia días antes. Ganó la licitación el consorcio Furnas-Odebrecht, donde el segundo accionario es Banif-Santander que también opera en Bolivia, igual que la Odebrecht y la célebre Andrade Gutiérrez, también parte del consorcio.
Juzgando a partir de los resultados de nuestra política exterior sobre el Madera, podemos decir que la insistencia del gobierno al Brasil para hacer los estudios conjuntamente, en los hechos sirvió para no hacer nada y dejar que el Brasil continúe con su marcha hacia el oeste.
Por otra parte, ante la cuestión de las represas se ha venido desarrollando un movimiento social en el norte del país. A partir de este movimiento se ha dado la unidad de brasileros, bolivianos y peruanos contra las represas a través del Comité de Defensa de la Cuenca del Madera. Con el tiempo, el repudio al proyecto del Madera se ha ido extendiendo en el país porque el problema es de todos los bolivianos. Este movimiento ha venido planteando el problema de las represas no sólo por sus consecuencias medioambientales y sociales, como pretende la prensa dominante, sino también por el peligro para la soberanía nacional. ¿Cuál ha sido la actitud del gobierno ante este movimiento? Su actitud ha sido neutral (“…no nos estamos oponiendo”, “Conocemos la creciente necesidad de energía en Brasil. Eso obliga a proyectos urgentes”), y obviamente, decir que un gobierno es neutral entre su pueblo y los extranjeros no es un halago.
Pero siempre se puede empeorar. El 18 de diciembre del 2007 se produjo la cumbre Morales-Bachelet-Lula en La Paz. Lula nunca se habría podido imaginar que llegando a La Paz se le recibiría largando la policía boliviana contra los bolivianos que estaban manifestando contra las represas del Madera, en defensa de Bolivia.
Las represas del Madera siempre han tenido un profundo sentido geopolítico para el Brasil. Carlos Lessa, ex-presidente del BNDES declaró: “…ese proyecto era de la cartera de nuestros proyectos, el que más tenía el sentido de conquista del oeste”. Y a diferencia de Bolivia, este carácter geopolítico ha sido ampliamente comentado por analistas de diferentes líneas y países.
El avance del Brasil hacia el oeste se compone, aparte del CRM, de la transoceánica, el Corredor Norte y el eje Perú-Brasil-Bolivia. Estos son parte de la IIRSA, un organismo que fue duramente cuestionado por los representantes populares de los países latinoamericanos en la cumbre paralela de Cochabamba el 2006. La IIRSA es en lo básico el proyecto de una red de caminos que conecta principalmente al Brasil con las fuentes de materias primas del continente y de ahí con las vías de exportación, hasta el océano pacífico, a ser aprovechada por las transnacionales más grandes que operan en el continente, respaldadas por una legislación sobrepuesta a las soberanías nacionales. Nuestro compromiso con la IIRSA es una herencia de Goni para que Bolivia, según sus propias palabras, dejara de ser un país y se convirtiera en una región de contactos. Pero, pese a la fuga de Goni, la ejecución del proyecto ha continuado como si no hubiera pasado nada.
Entre los acuerdos que el gobierno ha firmado el 18 de diciembre pasado con Brasil y Chile está la transoceánica que beneficiará a estos dos países reduciendo a tres días la duración del transporte de productos entre Brasil y el Pacífico que ahora es de 40. ¿Cómo beneficiará a Bolivia? El gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) Gary Rodríguez dijo al respecto que «Bolivia dejará de ser una tranca y pasará a ser un articulador de carga, tomando en cuenta el incremento que habrá en la carga que transporta Brasil.” Y dado este incremento, comentó: “…el país puede prestar servicios adicionales de almacenaje, servicios de logística de transporte, prestación de servicios en gastronomía, turismo y otros.[13]” O sea, los bolivianos podremos parchar llantas, vender refresquitos de moqochinchi, tamarindo y prestar otros “servicios adicionales”. Mientras los recursos del país se van a los corredores de exportación de los países vecinos, los productores nacionales de las áreas rurales, los de las cooperativas mineras, los comerciantes de las ferias, los de las ciudades intermedias, etc… seguirán bregando en el barro.
Tanto el proyecto del Madera como el Corredor Norte y la transoceánica apuntan hacia el Pacífico, pero principalmente a los puertos de Chile. Y Chile por su parte, apunta hacia los mercados del Brasil, pasando por la “tranca” (Bolivia), lo cual sabemos desde la Guerra del Chaco. Esto quiere decir que se dará una mayor conjunción de los intereses de Brasil con los chilenos sobre los puertos, la cuestión de energía y el libre tránsito por Bolivia y con ello se fortalecerá la situación geopolítica de Chile. ¿Cómo fortalecerá esto la demanda de Bolivia de una salida al mar? No lo hará de ninguna manera, como no lo iba a hacer la exportación de gas por Chile en 2003.
Actualmente tiene lugar un replanteo geopolítico en el continente, con Brasil como uno de los principales protagonistas, y el proyecto del Madera como pieza clave de su geopolítica. Además, el peligro para Bolivia no son solo las políticas de gobiernos vecinos, sino también las políticas extraoficiales de las oligarquías de estos países. Ya hemos visto ondear la bandera brasilera en Puerto Suárez por el problema de la EBX, una empresa brasilera. También se ha visto ondear la bandera chilena en Santa Cruz y en la frontera con Perú, la peruana. El objetivo detrás de estas banderas ha sido menoscabar la soberanía nacional sobre el territorio y sus recursos. A pesar de todo, se continúa aplicando la tradicional diplomacia agachada que ya nos ha costado más de la mitad del territorio.
Notas
[1] Licença para usinas no rio Madeira pega Bolívia de surpresa. 12/7/2007. Marcia Carmo. De Buenos Aires 24/7/2007.
[2] Mauro Nazif critica intervenção boliviana sobre construção das Usinas do Madeira. 17/7/2007. Da Assessoria.
[3] República de Bolivia. Ministerio de Relaciones y Cultos. Clasificación: Urgente VREC/DGLF/UMA/213/2006. La Paz, 7/11/2006.
[4] BBC Brasil. Marcia Carmo, 12/7/2007.
[5] Principio 15 de la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo.
[6] Bolívia quer integração para usinas no Madeira, diz chanceler Fator Brasil (Reuters).
[7] Fator Brasil (Reuters), op. Cit.
[8] Fator Brasil (Reuters), op. Cit.
[9] Represas: temen inundaciones y predicen dura y larga pelea Por: María Julia Osorio M. Entrevista a Patricia Molina. Los Tiempos 22/7/2007.
[10] Los Tiempos 22/7/2007. Op cit.
[11] Choquehuanca será llamado al Senado La Razón, 17/7/2007.
[12] ABI, La Paz, 25/10/2007.
[13] Corredor bioceánico bajará costos de las exportaciones 18/12/2007. ABI.
Publicado en Bolpress el 17 de enero de 2008. Reproducido en el semanario Peripecias Nº 82 el 23 de enero de 2008.