Desarrollo, ambiente y energía: un destino al que parece que nadie quiere ir

por Gerardo Honty – Los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, El Caribe y la Unión Europea se reunieron en la sede del Museo de la Nación de Lima, del 15 al 17 de mayo de 2008, para celebrar la V Cumbre Birregional. Al término de la misma se firmó la Declaración de Lima, la cual contiene una agenda con muchos temas, de suma importancia, pero con pocos resultados concretos.

Los diálogos a través de las cumbres entre la Unión Europea (UE) y América Latina y el Caribe comenzaron en 1999 en Río de Janeiro. Se han sucedido reuniones, hasta llegar a esta V Cumbre realizada en Lima. Los temas, que al inicio se concentraban en la profundización de la democracia, del intercambio comercial y la diversidad cultural, fueron ampliándose en la agenda hasta abarcarlos prácticamente todos. La novedad en este encuentro es el fuerte acento en energía, ambiente y cambio climático.

El documento principal de esta quinta cumbre es la Declaración de Lima la cual a su vez contienen la Agenda de Lima. La primera hace referencia a los acuerdos de asociación de la Unión Europea con las distintas subregiones de América Latina, apoya distintas iniciativas de Naciones Unidas y reafirma los compromisos con la erradicación de la pobreza, los objetivos de desarrollo sostenible y el medio ambiente.

La Agenda de Lima, es tan vaga como suelen ser este tipo de documentos, pero de todos modos es más ambiciosa y explícita que la Declaración. Está dividida en dos partes: 1) Erradicación de la pobreza, la desigualdad y la exclusión y 2) Desarrollo sostenible: medio ambiente; cambio climático; energía (la puntuación es así en los títulos originales).

«Confirmamos que la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión a fin de alcanzar o aumentar la cohesión social es una prioridad política clave de la asociación estratégica entre nuestras regiones» Así comienza la primera parte de la Agenda de Lima. Luego anota una larga lista de áreas de cooperación para lograr políticas sociales efectivas, un crecimiento económico con efecto distributivo y la inclusión social. Las aspiraciones son muy generales y plausibles pero con pocas decisiones prácticas o compromisos específicos.

A pesar de ello hay una declaración expresa de alcanzar en 2020 los compromisos del Milenio asumidos por la región. Entre ellos: «Erradicar la desnutrición y prevenir la malnutrición infantil, en especial en los niños menores de 3 años…; Universalizar la atención a las madres gestantes y a los recién nacidos… Erradicar progresivamente el analfabetismo».

El segundo capítulo, dedicado al desarrollo sostenible, comienza reconociendo «la erradicación de la pobreza, cambiando patrones insostenibles de producción y de consumo, y la protección y manejo de los recursos naturales, incluyendo los recursos hídricos, como objetivos centrales y requisitos esenciales para el desarrollo sostenible».

Este capítulo reafirma los compromisos y tratados internacionales sobre medio ambiente desde la conferencia de Río de 1992 a la fecha y hace mucho hincapié en el combate al cambio climático. Con respecto al sector energético los países se comprometen a una cooperación birregional para la diversificación de las fuentes de energía «menos intensivas en carbono», el mejor uso de la energía en el transporte, la eficiencia energética y la interconexión regional. También se compromete con la promoción de la sostenibilidad ambiental «en la respuesta, a todo nivel, a los retos de la preservación y el manejo sostenible de la biodiversidad, bosques, recursos pesqueros e hídricos, la lucha contra la desertificación y la gestión adecuada de productos químicos».

En particular se compromete a trabajar para llegar a acuerdos antes de la COP 15 de Copenhague y tener propuestas concretas para el régimen post 2012 del Protocolo de Kyoto. También a «trabajar para conseguir la meta sobre biodiversidad de 2010» y «asegurar avances hacia el objetivo de establecer y mantener sistemas de áreas protegidas … eficazmente administradas y ecológicamente representativas, hacia el 2010…».

Uno de los temas ríspidos desde antes del inicio de la reunión era la creación del «EUrocLIMA». Este es un fondo europeo de 5 millones de euros (7,7 millones de dólares) que., de acuerdo a la comisaria europea de relaciones exteriores, Benita Ferrero-Waldner, «busca fortalecer el diálogo sobre el medio ambiente, intensificar y coordinar acciones ya en marcha en América Latina, para aumentar su eficacia e impacto». Brasil se había opuesto inicialmente a este proyecto por entender que propiciaba un espacio para la ingerencia europea en las decisiones energéticas internas de los países latinoamericanos. Sin embargo terminó aprobándose.

Otros temas en cambio, planteados por países latinoamericanos no prosperaron, como la propuesta de Alan García (Perú) de aplicar un impuesto al barril de petróleo que se comercializa para un fondo de reforestación, el fondo contra la pobreza alentado por Hugo Chávez (Venezuela), de un millón de dólares diarios, o la propuesta de México para crear un «fondo verde» destinado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Por su parte, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, volvió a presentar su iniciativa «Yasuní – ITT» por la cual su gobierno se compromete a mantener el petróleo bajo el suelo de parque protegido Yasuní a cambio de una compensación monetaria equivalente a la mitad del costo del crudo. Ninguna de estas propuestas aparecen en el documento final.

En conclusión, los enunciados emanados de la reunión son políticamente correctos, ampliamente compartibles y pueden ser un faro que guíe el puerto de llegada. El problema es que no se marca ni la velocidad, ni la trayectoria de ese buque, no se sabe qué brazos tomarán los remos, que velas se izarán o que combustibles irán a mover sus motores. Es como un destino al cual parece que nadie quisiera ir.

La palabra «cooperación» aparece 32 veces en 17 páginas. Pero el único instrumento para viabilizarlo es el EUrocLIMA: un fondo de 7,7 millones de dólares, un monto seguramente inferior al costo de la propia Cumbre.

G. Honty es sociólogo e investigador del CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social) en energía y cambio climático.

Publicado en EnergíaSur el 26 de mayo de 2008.