por Carlos Montero – El Parlamento del Mercosur casi sesionó en portugués esta semana en Montevideo gracias a una soberbia puesta en escena de la bancada brasileña –la mitad de cuyos 18 integrantes casi monopolizó la oratoria– al bombardear el proyecto de Parlamento Sudamericano, que promovían discutir los presidentes de los legislativos Andino y Parlasur. Ahora el proyectado Parlamento Sudamericano podría rebajarse a la cita semestral de ambos cuerpos regionales, tras la III Cumbre Presidencial de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) en enero de 2008 en Cartagena de Indias (Colombia). Varios fueron los mensajes disparados por elevación ante la solitaria defensa de Venezuela y del presidente pro témpore del Parlasur, diputado uruguayo Roberto Conde.
Conde sorbió el trago amargo de no seguir o no entender a tiempo la estrategia «mercosuriana» de Brasil en relación con el presidente venezolano Hugo Chavez y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), al disponerse a firmar el viernes 5 en Cochabamba –con su par andino Luis Duque– un compromiso para elevar el 8 de enero a los mandatarios un proyecto de protocolo constitutivo del mentado parlamento, cuando esto no fue discutido previamente en el Parlasur. El impulso colombiano por lograr éxitos en Cartagena, el «apuro boliviano» por ganar la sede de un parlamento sudamericano para Cochabamba y la pretensión ecuatoriana de albergar la secretaría de la UNASUR, son vistos por Itamaraty (cancillería de Brasil) como alentados tras bambalinas por los bolivarianos.
Chávez, Morales y Correa pretenden diluir los «viejos» Mercosur y CAN comerciales para fundirlos en una unión sudamericana más política, sin la unión aduanera que tiene perforadamente el bloque del sur y que nunca terminan de instrumentar del lado del Pacífico.
El lunes 3 el Parlasur inauguró sus diez comisiones e hizo su sexta sesión en el anexo del Palacio Legislativo mientras, en el Palacio de Itamaraty (antigua sede ministerial) en Rio de Janeiro, siete ministerios de Economía coordinaban definición política y objetivos generales pero no operacionales del Banco del Sur, que el subsecretario de Economía uruguayo Mario Bagara elevará al canciller Reinaldo Gargano y al presidente Tabaré Vázquez. El ministro Danilo Astori estuvo ausente de la reunión de Rio, no sólo porque estaba en Montevideo el secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, sino por tener «serias dudas» sobre el proyecto que Venezuela desea firmar en Caracas el 3 de noviembre y que se ha postergado desde el 26 de junio. El diseño de tres iniciativas de Chávez a nivel conjunto sudamericano (UNASUR con Parlamento Sudamericano, Banco del Sur y Gasoducto del Sur) depende –para cobrar vida– del acuerdo con Brasilia, que opta por sumar lentamente como socios plenos del Mercosur a Venezuela y a los restantes andinos.
Tiempos lentos
«Vamos despacio que el santo es de barro», repitieron a Brecha en entrevistas separadas el vicepresidente brasileño del Parlasur, «doctor Rosinha» (Florisvaldo Fier) del oficialista PT, y el jefe de bancada de Brasil, el senador Geraldo Mesquita Junior del poderoso PMDB, quienes no hacían otra cosa que citar la vieja máxima católica portuguesa –dicha por el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil Arlindo Chinaglia– en alusión a no apurarse en la procesión porque se puede caer y romper lo poco que se tiene, en referencia al Mercosur. Y en las nueve intervenciones de mercoparlamentaríos de Brasil se repitió que su modelo es ir agregando países adheridos al Mercosur y que «no haya un vaciamiento del Parlasur». Más allá de partidos diferentes, el Brasil se repitió que su modelo es ir agregando países adheridos al Mercosur y que «no haya un vaciamiento del Parlasur». Más allá de partidos diferentes, el cuestionamiento en bloque de los legisladores brasileños –que se pasaron la pelota, jugaban en equipo y se felicitaban mutuamente tras cada intervención– responde a una reunión en Brasilia a la que Mesquita convoca cada semana a sus 17 colegas. El despliegue retórico de los del «mais grande» envió mensajes a Caracas pese a que el venezolano Erasmo Marcano decía que «nada está establecido en la discusión» y alentó a»aprobar que sigamos participando» en la cita parlamentaria de Medellín el 22 y 23 de noviembre, una semana antes de que se reúnan los cancilleres para definir la declaración de los gobiernos. La salida anticipada de los argentinos hacia Buenos Aires fue «lamentada» por Rosinha como «boicot» al Parlasur, e interpretada como solidaridad con Venezuela, pues lo mismo pasó meses atrás cuando se quiso discutir el caso del canal RCTV. El oficialista argentino Guillermo Jenefes se excusó por compromisos electorales y dijo que «no queremos boicotear ni evitar discutir».
Y aunque Conde aclaró que nada se comprometió y que si el Parlasur no lo aprobaba no se viajaría a Colombia, al final de la sesión concluyó que, «si no hay Parlamento Sudamericano, entonces terminará en reunión dos veces al año de los parlamentos regionales», lo que tratarán hasta el 12 de noviembre tres comisiones del Parlasur, que esa fecha analizará «ir como observadores o rechazar la invitación». El trancazo derribó la pretensión de una nueva institución con sede o secretaría permanente, quedando intacto el propuesto ámbito parlamentario de diálogo semestral entre ambos bloques, pero sin que el Parlasur se haga «subsede» del Parlamento Sudamericano.
Quizás Conde ahora hasta considere optimista su aparente cauta respuesta a Brecha, antes de la embestida brasileña, sobre que «la convergencia de ambos bloques puede tardar de cinco a diez años». Luego de la misma, quedó explícito el mensaje en el Parlasur sobre las formas: ningún presidente pro témpore del cuerpo podrá firmar o proponer un documento que no trate antes con los mercoparlamentarios y éstos en sus países. En cuanto al fondo también: Brasil «no abrirá mano» del Mercosur para diluirlo en la UNASUR –que apoya en energía, infraestructura y diálogo entre dos orillas oceánicas–, pero está dispuesto a ir despacio completando acuerdos de unión aduanera para convertir países asociados en adherentes, en un plan de absorción que no agradará demasiado al viejo Pacto Andino de 1969.
Publicado en el semanario Brecha, Montevideo 12 de octubre de 2007.