por Paola Visca (desde Sao Paulo) – Las reuniones de la sociedad civil comenzaron el viernes 11 de mañana, en el marco de la XI Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Organizaciones de distintos países y diferentes orígenes están presentes en San Pablo, Brasil, en el marco de un «Foro de la Sociedad Civil», organizado por ONGs con el apoyo de la UNCTAD.
En la primera de las sesiones las exposiciones giraron en torno a alternativas al libre comercio. Los panelistas apuntaron a poner en primer lugar metas de desarrollo y reducción de la pobreza, ofreciendo variadas denuncias sobre los impactos negativos de varias practicas comerciales.
Caputo: inversiones y comercio
El economista chileno Orlando Caputo Leiva, del Centro de Estudios de Transnacionalización, Economía y Sociedad (CETES), destacó cuatro puntos. El primero abordó los tratados de libre comercio de Chile con EEUU y con Canadá, una estrategia que esperan repetir varias naciones Latinoamericanas. Caputo recordó las asimetrías entre esas naciones; por ejemplo, la inversión canadiense en Chile es 15 veces mayor al comercio de Chile con aquel país. Las inversiones de EEUU en Chile son diez veces mayores a las exportaciones de EEUU a Chile. Estas cifras muestran que el flujo de inversiones es mucho que el clásico comercio en mercancías, y, según Caputo, los tratados de libre comercio en realidad otorgan una apertura para las inversiones extranjeras. Otro aspecto es que las mayoría de las importaciones de Chile a EEUU son de las propias empresas estadounidenses desde sus filiales en Chile (comercio intra firma).
El economista chileno planteó un segundo tema de interés, en este caso apelando a la situación del cobre como ejemplo de una economía monoexportadora sujetas a los ingresos de divisas que provienen especialmente de las ventas de un bien principal. En Chile el cobre representa entre el 40% y 50% de las exportaciones nacionales. Su producción había sido nacionalizada, pero a partir de la dictadura militar se da un proceso de desnacionalización. Si bien la producción y las exportaciones se incrementaron por parte de las empresas transnacionales, el crecimiento de la demanda mundial ha sido menor que el crecimiento de la producción, lo que llevó a que los precios cayeran. O sea, que Chile se encontraba produciendo y exportando más, y paradójicamente sus ingresos disminuyeron. Es lo que se puede considerar un modelo de crecimiento empobrecido. Un proceso que se da al amparo de transformar en propiedad privada los recursos naturales del mundo por parte de las empresas transnacionales.
El tercer tema que consideró vincula el libre comercio y las crisis. El economista chileno sostiene que si existiera la “mano invisible” en los mercados como planteaba Adam Smith, las crisis cíclicas no sucederían. Sin embargo, en la práctica se observa que cuanto mayor la libertad en los mercados, se registran más crisis. Desde la década de los años de 1970 en adelante seis crisis se sucedieron. Pero, las de los años 90 tuvieron una particularidad: las crisis se inician en países subdesarrollados, no en cualquiera de ellos, sino en los que mayores avances registraban en el proceso de globalización, como fueron México y los países del sudeste asiático. Para Caputo, una posible salida para estas situaciones sería una ruptura del proceso globalizador que llevara a las economías a funcionar en bloques regionales.
El último problema abordado tiene que ver con el desarrollo desigual de EEUU y América Latina. En la década de 1990 se observa que la tasa de ganancia en los Estados Unidos creció espectacularmente, mientras que los capitales financieros no son los únicos que dominan la escena debido a un resurgimiento de los capitales productivos. En América Latina se da una interacción de ambos tipos de capitales (productivo y financiero), que actúan de manera de que los excedentes no permanezcan en los países en donde se generan. Aunque las tasas de ganancia son mayores en los países de latinoamericanos que en EEUU, el proceso perverso de extracción de excedentes produce que la inversión no crezca. Antes del actual proceso globalizador, la formación bruta de capital representaba un 60% de las inversiones de EEUU en América Latina; ahora ese tipo de inversión da cuenta solamente de un 20%. Entonces, la inversión que más ha caído es justamente la productiva, la que podría contribuir a generar un desarrollo genuino.
Solón: globalización y empresas transnacionales
Otro panelista en el Foro de la Sociedad Civil fue Pablo Solón, un activo boliviano animador de campañas en su país e integrante de la Alianza Social Continental. En su intervención analizó el borrador oficial de los gobiernos, y que se debería aprobar al finalizar la conferencia. A su juicio, esa declaración tiene varias contradicciones; por ejemplo, aludir a beneficios potencialmente positivos de la globalización aunque simultáneamente reconocen que en muchos países sus resultados son negativos. Según Solón, en el texto hay deseos y aspiraciones de UNCTAD para lograr igualdad, inclusión y equidad, pero no avanzan más allá.
De la misma manera, la UNCTAD recuerda la evidencia de desigualdades entre países, pero propone como solución más libre comercio, lo que aparece como contradictorio, ya que ese sistema está demostrando no ser efectivo para los objetivos de desarrollo. El documento oficial de UNCTAD reconoce ese punto y por eso, en más de una oportunidad, plantea que no puede haber una única receta para todos. Sin embargo, no pasa más allá de sugerir un equilibrio entre las políticas locales y normas internacionales.
Por otro lado, y en esto coincide con los demás panelistas, señaló que en el borrador de la UNCTAD no aparece la palabra «transnacional», cuyos actores son los ganadores de un proceso donde los perdedores son los países pobres. No se menciona el fracaso de la OMC en Cancún. Tampoco se hace referencia a que la pobreza está ligada a la guerra. Reducir el presupuesto de guerra para luchar contra la pobreza mundial es prioritario.
Solón recordó que la Alianza Social Continental reconoce que hay una globalización, pero que está al servicio de las empresas transnacionales, no al servicio del desarrollo ni de la desaparición de la pobreza. Algunas son tan poderosas que tienen más riqueza que muchas de las economías en el mundo.
Solón presentó ciertas alternativas al sistema actual, tales como eliminar las ganancias exageradas de las empresas transnacionales para poder lograr medidas efectivas de reducción de reducción de la pobreza. Por otro lado, devolver a los Estados el derecho de definir las políticas más adecuadas a su realidad. La propia UNCTAD reconoce que el proceso de globalización reduce el campo de acción de las políticas nacionales.
Solón da un paso más, y sostiene que para reducir la pobreza hay que desmantelar la OMC y los tratados de libre comercio. En la práctica, el comercio se ha vuelto un derecho más importante incluso que los derechos humanos. Se debe reconocer que aunque las negociaciones en el marco de la OMC estén estancadas, los tratados de libre comercio proliferan en el mundo. Por último, es necesario evitar el chantaje que las potencias hacen para obligar a los países más pobres a aceptar esos convenios comerciales. El activista boliviano agregó que los temas no-comerciales deben estar fuera de la OMC, ejercer un control estatal sobre las empresas transnacionales, etc.
Caputo como Solón concuerdan en que los pueblos recuperen los recursos naturales que han perdido a manos de empresas transnacionales. Si no es así, las posibilidades de desarrollo en dichas economías están limitadas.
P. Visca es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad América Latina).