por Pablo Bergel – Al cerrar estas líneas, el flamante ministro de economía de Argentina, Domingo Cavallo, acaba de ejecutar en forma sumaria, el arancel externo común que definía hasta este momento al Mercosur como una Unión Aduanera. Como resultado de esta decisión unilateral del nuevo ministro, en una de sus primeras y sorpresivas operaciones, Argentina elimina el arancel externo para maquinarias de terceros países, a la vez que dispone un arancel para productos de consumo de origen extrazona. De esta manera, el Mercosur retrocede a ser no más que un área de libre comercio de los cuatro países del cono sur.Si bien la medida fue anunciada como transitoria, existen motivos para pensar que el proceso de construcción del Mercosur se encuentra, no solo detenido, sino en indudable tren de retroceso y probable destino de disolución. Y si este mal augurio se confirmase, se estaría perdiendo la oportunidad histórica para los países de la región, de operar como sujetos activos, autónomos y soberanos, su propia inserción en el mundo global. El tiempo perdido difícilmente volverá….; el ALCA aguarda impaciente a las puertas de este nuevo siglo: game is over.
El comercio del Mercosur supera los 21 mil millones de dólares, 70% de los cuales se transan entre Brasil y Argentina; de otro lado, 70% del intercambio es dirigido, es decir, se trata de comercio efectuado por el estado, tal como la compra de combustible; el 36% del comercio es intra-empresas, es decir, intercambio entre empresas del mismo grupo o asociadas, expresión del fraccionamiento de las cadenas productivas. Como dice un documento reciente de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur; la CCSCS, «…En realidad, no existe libre comercio, sino una libertad de comercio entre grandes grupos empresariales; las pequeñas empresas responden apenas por el 2% del volumen comercializado y las medianas empresas están disputando entre sí los mismos mercados nacionales.»
Pero esta crisis no es en modo alguna repentina o inesperada; ella está inscripta en la lógica hegemónica del proceso Mercosur: una lógica que respondía a los intereses comerciales de los grandes capitales, para nada interesados en la integración de una comunidad regional de naciones y pueblos; con un mercado interno ampliado, equidad distributiva y capacidad de demanda efectiva; con fuerte protagonismo y participación de los actores sociales; con una construcción institucional y política democrática y participativa; con una fuerte impronta de intercambio cultural y construcción de nuevas identidades regionales.
Cuando en la segunda mitad de los ’80 se inicia el proceso de cooperación e integración entre Argentina y Brasil (PICAB), la iniciativa política, la agenda y ritmo del proceso estaba fuertemente definida por los estados; si bien en crisis, los estados aún tenían una entidad y fortaleza incomparables con su realidad actual, después de una década de aplicación sistemática de políticas de ajuste neoliberal, privatizaciones, achicamiento. Cuando se lanza el Mercosur, a principios de los ’90, ya la lógica determinante es la de «los mercados», un eufemismo para denominar los grandes grupos económicos y financieros transnacionales. Esos mismos intereses, esos mismos actores y la misma lógica, exigen hoy un nuevo y mayor salto adelante, en un nuevo y mayor espacio que abarca de Tierra del Fuego hasta Alaska: el ALCA, Area de Libre Comercio de las Américas.
El Mercosur, expresión regional del neoliberalismo, no podrá ni necesitará sobrevivir al ALCA, simplemente se disolverá en ella. Más que la fortaleza del proyecto ALCA, es la debilidad estructural del Mercosur, la mezquindad de su conducción por parte de gobiernos neoliberales, lo que explica su probable extinción. Por no haber sido lo que debió (y pudo) ser, es muy probable que acabe no siendo nada.
Sin embargo, aún en una escala insuficiente para revertir esta lógica, deben reconocerse en estos diez años algunos avances que pueden (y deben) ser profundizados y vigorizados en el inmediato porvenir, tanto ante la perspectiva de un «relanzamiento» regional, cuanto en la de disponerse a afrontar las diversas y nuevos desafíos que plantea la globalización. Nos referimos al inicio de un importante proceso de convergencia regional de movimientos principalmente sindicales; a la construcción aun incipiente de agendas comunes; a la estructuración, también incipiente, de alianzas sociales regionales y multisectoriales; y a los impactos benéficos (aun cuando insuficientes) que esta nueva presencia tuvo sobre el proceso Mercosur; claramente expresada en la formulación de la Declaración Sociolaboral del Mercosur, de 1998, y de diversas instancias apertura y participación institucionalizada, tales como el Foro Consultivo Económico y Social y el Observatorio del Mercado de Trabajo.
Esta experiencia está marcando el camino de un protagonismo decidido por parte de las organizaciones sindicales, y también de la gran diversidad de movimientos sociales. El proyecto de un mArcosur de los pueblos, sigue siendo un proyecto pendiente.
Resumen de la ponencia presentada en la mesa redonda «Diez años del Mercosur, un balance ciudadano» realizada por CLAES en Montevideo, 26 de marzo de 2001.
Entrevista a Pablo Bergel: El Mercosur será absorbido por el ALCA
«El Mercosur va a ser absorbido y disuelto en el ALCA», auguró Pablo Bergel, integrante de la Central de Trabajadores Argentina (CTA), durante una mesa redonda sobre los primeros diez años del acuerdo de Asunción.
Bergel, quien además integra el grupo Arcoiris y fue ex secretario ejecutivo de Greenpeace, sostuvo que «el flamante ministro de economía argentino, Domingo Cavallo, acaba de ejecutar en forma sumaria el Arancel Externo Común (AEC) que definía hasta este momento al Mercosur como una unión aduanera».
En un trabajo que presentó por escrito ayer a una mesa redonda denominada «Diez años del Mercosur, un balance ciudadano», realizada en la sede de la ONG Ceuta (Centro de Estudios Uruguayos de Tecnologías Apropiadas), Bergel señala que la decisión «unilateral» del hombre fuerte de la economía Argentina, «elimina el arancel externo para maquinarias de terceros países, a la vez que dispone un arancel para productos de consumo de origen de extrazona».
Tras aclarar que la medida «fue anunciada como transitoria», Bergel sostuvo que tras la misma, el Mercosur «retrocede a ser no más que un área de libre comercio de los cuatro países del Cono Sur». En este sentido, sostiene que «el Mercosur se encuentra, no sólo detenido, sino en indudable tren de retroceso y probable destino de disolución».
Para Bergel, la fundación del Mercosur estuvo inscripta en «una lógica que respondía a los intereses comerciales de los grandes capitales, para nada interesados en la integración de una comunidad regional de naciones y pueblos».
«Estamos ante el borde del colapso», dijo ayer durante la mesa redonda el sindicalista argentino y auguró que, el «Mercosur va a ser absorbido por el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas)». Bergel señaló que dentro de unos días se reunirán en Buenos Aires varios países que apuntan a integrar el ALCA, para «empezar» con este proceso «en el 2005». Sin embargo dijo que el ALCA, «puede empezar en 2003 o en 2004». «Tal vez (el Mercosur) quede en estado vegetativo, pero este proceso de integración no puede escapar a la lógica del capitalismo global (…), el ALCA es la nueva etapa de la globalización en la zona», agregó. Desde que asumió la presidencia en marzo del año pasado, el presidente Jorge Batlle ha señalado en varias oportunidades su entusiasmo para acelerar la formación del ALCA. Pero no todo es negro para Bergel, quien destacó como elemento positivo la unión de los trabajadores del Mercosur y citó como ejemplo el congreso que se realizó a fines del año pasado en Florianópolis, donde asistieron 700 delegados sindicales.
Basado en un artículo del periódico La República, Montevideo, 27 marzo 2001, p. 31.
P. Bergel es integrante de la Central de Trabajadores Argentina (CTA) y de ArcoIris.