Cumbre de Cochabamba: buscando otra integración sudamericana

por Eduardo Gudynas – La Comunidad Sudamericana de Naciones, un proyecto continental iniciado en 2004, se reunió en Cochabamba (Bolivia), el 8 y 9 de diciembre de 2006. Ese esquema engloba a los doce países sudamericanos y tenía como propósito generar una gran área de libre comercio.

Aunque existía mucha expectativa solamente participaron siete presidentes en la primera jornada, y ocho en la segunda (Chile, Bolivia, Brasil, Perú, Paraguay, Surinam, Uruguay y Venezuela). El encuentro se realizó bajo el contexto de varios conflictos internos en Bolivia, como la suspensión de la Asamblea Constituyente y protestas opositoras en el Oriente, especialmente Santa Cruz. Pero la coyuntura regional también era muy complicada debido a las fuertes tensiones tanto comerciales como políticas en el seno de la CAN y el Mercosur.

La declaración final, “Colocando la piedra fundamental para una unión sudamericana”, propone un nuevo modelo de integración regional. Entre los principios rectores se llama a aplicar el multilateralismo en las relaciones internacionales, la autodeterminación de los estados, el compromiso con la paz y la democracia, sumándose a ese mismo nivel la “armonía con la naturaleza para un desarrollo sostenible”.

Si bien los presidentes insistieron en que la integración continental debe apoyarse en el libre comercio, la declaración final ofrece novedades y una mirada más compleja. Se sostiene que se debe generar un nuevo contrato social continental que permita una integración con rostro humano, se deben superar las asimetrías, y se abordan aspectos de identidad cultural, participación ciudadana y cooperación ambiental. Se repiten objetivos tradicionales, como la integración energética (basada en la “articulación de estrategias y políticas”), la infraestructura (entendida como conectividad en las redes de transporte y telecomunicaciones), y la integración financiera, industrial y productiva.

La cumbre tuvo el aspecto positivo de no repetir una visión simplista de la integración entendida como un mero proceso de liberalización comercial e interconexión física. Por el contrario, los presidentes proponen una vinculación que sea “una alternativa para evitar que la globalización profundice las asimetrías” y permita “aprovechar las oportunidades para el desarrollo”. Esto parecería indicar que se está buscando otro tipo de relacionamiento regional. Aunque esto no quiere decir que se abandone la liberalización comercial, ni la insistencia en la iniciativa en infraestructura IIRSA.

Pero por otro lado, una vez más se repiten aspiraciones generales, sin acuerdos concretos. Por ejemplo, se convoca a generar una integración industrial y productiva, que por cierto es muy importante, pero que exige mecanismos donde empresas de países pequeños y medianos puedan participar de las cadenas productivas en las economías grandes. Sin embargo, los presidentes apenas acordaron “impulsar acciones de desarrollo industrial y de innovación comunes”, privilegiando a las pequeñas y medianos empresas y facilitar “la articulación de iniciativas regionales tanto públicas como privadas”. Esta es una premisa todavía insuficiente para permitir una verdadera articulación industrial entre varias naciones.

En el debate presidencial quedaron en evidencia estos problemas. Por ejemplo, los presidentes de Paraguay y Uruguay recordaron las trabas reales, señalando que se repiten los encuentros presidenciales pero no se resuelven esos problemas. A ellos se sumó Hugo Chávez, sosteniendo que la CAN ya no sirve, pero que tampoco sirve el Mercosur en su situación actual, y que son necesarios cambios más profundos, pidiéndole al presidente de Brasil, Lula da Silva, preparar un “viagra” político para revitalizar la situación regional. Entre los presidentes hubieron algunos avances, como el encuentro entre Alan García de Perú con el presidente de Venezuela, dejando a un lado sus disputas, pero también quedó en claro que hay muchas divergencias sobre cómo encarar la integración regional. Tampoco es un dato menor registrar la importante lista de ausencias presidenciales de esta cumbre.

A pesar de todo, los presidentes aprobaron una estructura mínima, crearon una comisión de altos funcionarios que trabajará en Rio de Janeiro (pero no acordaron la instalación de una secretaría permanente), y se comprometieron a considerar 15 temas, que van desde el desarrollo económico a una agenda social sudamericana.

Entretanto, unas 4 mil personas participaron simultáneamente de la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, en decenas de talleres y mesas redondas. El encuentro de la sociedad civil apareció mucho mejor organizado que la reunión presidencial donde eran evidentes las dificultades. Las organizaciones ciudadanas aprobaron el “Manifiesto de Cochabamba”, que insistió en reclamar ”otro tipo de integración en la cual prime la cooperación sobre la competencia, los derechos de los habitantes sobre los intereses comerciales, la soberanía alimentaria sobre la agroexportación, la acción decidida del Estado en procura del bienestar sobre las privatizaciones y el sentido de equidad sobre el afán de lucro, el respeto del medio ambiente sobre el saqueo despiadado de los recursos naturales y la equidad de genero sobre la injusta división sexual del trabajo”.

El evento social tuvo una instancia de encuentro con la cumbre presidencial, el sábado 9 de diciembre, en un acto el estadio de Cochabamba, donde ante unas 40 mil personas, Evo Morales y Hugo Chávez brindaron largos discursos. Allí, la problemática regional quedó en segundo plano, y especialmente Evo Morales se dedicó a hablar sobre la complicada situación interna dentro de Bolivia.

Como saldo final, está claro que la integración regional es indispensable para cualquier propuesta de desarrollo. También parece existir un consenso en que las anteriores experiencias son insuficientes, y que no puedes reducirse a construir carreteras o reducir los aranceles. Pero todavía existen muchas incertidumbres sobre la construcción de esa “otra”integración, donde los movimientos sociales reclaman otras metas y los gobiernos apenas vislumbran nuevos instrumentos de acción.

E. Gudynas es analista de información en CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social) y D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina). Publicado en el semanario Peripecias Nº 27 el 13 de diciembre 2006.